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INFANCIA
Antes de la escuela, la abuela Paraskeva crió al artista. Con paso lento y medido, la abuela llevaba al futuro creador de imágenes ortodoxas al único templo activo de la ciudad: la Iglesia de Paraskeva Pyatnitsa. Aunque el camino era largo, la abuela era mayor y el niño pequeño se cansaba, siempre iban a pie porque "el Señor nos dio piernas", como recuerda ahora Vladimir.
En la escuela, a Vladimir le atraían las ciencias "románticas": historia, geografía, geología, y las aplicadas: manualidades, dibujo. Aunque la especialización estrecha de los colegios cercanos no satisfacía al futuro artista, después de la escuela eligió uno industrial, donde le interesaban más las ciencias técnicas como ciencia de materiales o resistencia de materiales.
Tras completar un curso de 2 años como mecánico, Vladimir comenzó a trabajar en la fábrica militar Kometa, donde aprendió a trabajar con materiales. Los conocimientos adquiridos en el colegio y la fábrica ayudaron mucho al artista al comenzar a trabajar con piedra, cuando tenía que usar materiales improvisados.
ARTISTA
Su servicio militar fue en el norte, en la península de Kola, donde el artista encontró su pequeña patria. El último año sirvió como artista decorador en la casa de oficiales. Al regresar a su fábrica natal, Vladimir también pasó a ser artista decorador. Y para sí mismo, para el alma, comenzó a dedicarse a la pintura y escultura. Conoció a otros artistas autodidactas: en esa época existían seminarios para artistas originales, donde se reunían anualmente. Su mentor fue el maestro moscovita N.M. Rotanov, quien cultivó en los futuros artistas el gusto por el arte, enseñándoles composición y técnica artística.
TRADICIONES PERDIDAS
"Para hacer un trabajo profundo, magistral, completo, naturalmente hay que estudiar y profundizar en el aspecto espiritual de lo que haces. Se necesita profundidad. Comprensión plena"
La región donde vive Vladimir es rica en pizarra, mica y cuarcita. Su gama de colores sobria pero profunda, de verde azulado a negro con brillos internos, atrajo al artista. Entonces recordó el arte lapidario de la antigua Nóvgorod que conoció en museos. La plasticidad, volumen, escala, profundidad y significado espiritual de esas obras lo fascinaron.
En un seminario, Vladimir encontró una piedra y, fascinado por la plástica de Nóvgorod, creó una cruz basada en lo aprendido en museos.
Así renació en un autor moderno una técnica lapidaria casi perdida. Con herramientas similares a las antiguas, Vladimir dominó esta compleja técnica. Solo 20 años después incorporó herramientas más modernas.
"DE ESTAS PIEDRAS SALDRÁ PAN"
La creación de su primera cruz coincidió con el nacimiento de su primer hijo, Denis. Vladimir recuerda que aquella primera piedra parecía encajar en su mano.
Vladimir trabajó 25 años en la fábrica y, al jubilarse, se dedicó completamente al arte aplicado. Al principio era una pasión, pero con el tiempo dio "frutos". En 1983, cuando hizo su primera cruz, los ingresos eran escasos y su arte ayudó a su familia en formación. Poco a poco, sus obras se difundieron entre conocidos y los encargos aumentaron. Así se cumplieron las palabras del Evangelio que calaron en su corazón: "De estas piedras saldrá pan".
El trabajo con piedra no permite aventuras y lleva mucho tiempo. Desde la piedra bruta hasta el último clavo en el estuche, todo lo hacía el artista.
RELIGIÓN
Al profundizar en la técnica, el artista también se sumergió en la esencia espiritual de sus creaciones.
Vladimir cree que el trabajo debe tener coherencia y unidad: "Para hacer un trabajo profundo, magistral, completo, naturalmente hay que estudiar y profundizar en el aspecto espiritual".
FAMILIA
Vladimir cría a un hijo y dos hijas. Asocia la formación de la personalidad con la familia y la crianza, con las responsabilidades que uno asume.
RECONOCIMIENTO
Entre sus clientes están las eparquías de Nóvgorod y San Petersburgo, clérigos moscovitas. Hace años recibió la bendición del entonces metropolita Alejo II. Sus obras están en iglesias y colecciones privadas en Rusia y el extranjero. En 2015 se reunió con el patriarca Cirilo, quien bendijo su trabajo.
JOYERÍA. RELIQUIAS FAMILIARES
El oro y plata, materiales tradicionales para símbolos ortodoxos, permiten crear reliquias familiares transmitidas por generaciones. El metal permite un detalle exquisito en las imágenes.
"Lo que sirve su tiempo se desgasta y queda solo como recuerdo, pero lo hecho en metal perdurará por muchos años y pasará de generación en generación. Llevar la cruz de tu bisabuelo te obliga a ser digno", dice el artista.
Desde 2004, Vladimir crea una colección en metales preciosos con más de 400 piezas, incluyendo imágenes de vírgenes y santos, además de obras únicas como un díptico navideño, un icono pascual del tamaño de un huevo de paloma simbolizando "el Espíritu descendiendo como paloma".